La Declaración de Beijing marcó un hito histórico en el reconocimiento de las múltiples dimensiones de la desigualdad de género y sentó las bases para la implementación de políticas y normativas orientadas a construir una sociedad más igualitaria.
A 30 años de su adopción, los días 9 y 10 de octubre se llevó a cabo el conversatorio “Justicia social, igualdad y mujeres: Homenaje a los 30 años de la Declaración de Beijing”, un evento organizado por la Comisión de Justicia de Género, el Programa Presupuestal orientado a Resultados de Reducción de la Violencia contra la Mujer del Poder Judicial - PPoR 1002 y el Programa Nacional para la implementación de la Ley N.° 30364.
El evento, dirigido a representantes del sector público, el ámbito académico y la sociedad civil, tuvo por objetivo revisar avances y desafíos pendientes en materia de igualdad de género y justicia social, tanto a nivel nacional como regional. Entre los principales temas abordados se encuentran la feminización de la pobreza, la violencia de género, el acceso a la salud, la trata de personas, el acceso de las mujeres a cargos de toma de decisiones, los conflictos armados y el impacto desigual del desarrollo económico, todos ellos ejes centrales de la Declaración de Beijing.
Marcela Huaita, jefa de la Oficina para la Igualdad de Género y Diversidad (OIGD) de la PUCP, participó como ponente y resaltó que si bien la Declaración de Beijing constituye un gran precedente en materia de derechos e igualdad de género, aún persisten desigualdades estructurales que podrán superarse sin reconocer el cuidado como un derecho esencial para vivir con dignidad. En ese sentido, enfatizó la necesidad de contar con un sistema integral de cuidados que lo garantice.
“Sin un sistema integral de cuidados no hay justicia social ni igualdad sustantiva. El cuidado sostiene la vida, la economía y la democracia, pero sigue tratándose como una responsabilidad privada, feminizada y sin reconocimiento”, señaló Huaita.
Asimismo, resaltó que el reconocimiento de este derecho es fruto de décadas de lucha feminista por visibilizar la importancia del cuidado en la vida y sociedad, un rol que ha sido históricamente asumido por las mujeres y cuya carga desproporcionada está estrechamente relacionada con la pobreza, las brechas en el acceso a oportunidades y la persistencia de la desigualdad.
Finalmente, destacó importantes avances en el ámbito regional y nacional en torno al reconocimiento del derecho al cuidado, e hizo un llamado a desmontar los estereotipos de género asociados a esta labor y a rediseñar políticas públicas con la infraestructura y los mecanismos necesarios para su implementación efectiva y sostenida en el tiempo.
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